Debe ser difícil estar constantemente demostrando tu valía como banda cuando alcanzas un nivel de reconocimiento que puede redefinir toda una escena musical. Sobre todo cuando eso se traduce en presión externa por repetir esos éxitos del pasado. Los californianos Deafheaven lo vivieron con su anterior álbum “Infinite Gran”, donde su giro hacia sonidos shoegaze y post-rock les valió el rechazo tanto de los puristas del black metal (que nunca aceptaron su mezcla con blackgaze) como de esos seguidores que los encumbraron con su aclamado segundo disco “Sunbather”, considerado hasta hoy la obra maestra del subgénero. La verdad, no es fácil volver a complacer al público que te acompañó en tus mejores momentos. Pero George Clarke y compañía han decidido dejar las cosas claras con su sexto álbum “Lonely People With Power”.
No solo han recuperado en mayor medida el overdrive de sus amplificadores, los blast-beats y los guturales agudos, sino que han logrado capturar lo mejor de cada una de sus etapas anteriores para fusionarlo de forma auténtica y renovada, sin dejar de reinventarse.
El concepto central de este nuevo trabajo es canalizar emociones como la culpa, la melancolía, la angustia y la resignación a través de una intensidad que no es solo sonora, sino profundamente emocional, dando un aire épico a casi todas las canciones del álbum. Lo más destacable es que lo consiguen reinventándose y arriesgando, evitando caer en la autocrítica o repetirse – algo que sí les ha pasado a otras bandas después de su obra más celebrada. Definitivamente, esto no es un “Sunbather 2.0”. De hecho, se acerca más a “New Bermuda”, con un mayor peso del (post-)black metal que del blackgaze.
Los mejores ejemplos son temas como ‘Revelator’, ciertos pasajes de ‘Doberman’ o el sencillo ‘Magnolia’, donde ese muro de sonido blackgaze sirve como contrapunto a riffs demoledores. Resulta sorprendente si consideramos que la producción estuvo a cargo de Justin Meldal-Johnsen, conocido por trabajar con bandas como M83 o Paramore en su fase más pop, y que apenas está incursionando en terrenos más pesados con grupos como Poppy, The Armed o el mismo Deafheaven en “Infinite Gran”.
Siguiendo con este álbum, después de un inicio contundente, viene el trío de canciones ‘The Garden Route’, ‘Heathen’ y ‘Amethyst’. Aquí es donde los californianos se sumergen más en ese sonido shoegaze que no le gustó a todos. Incluso George Clarke vuelve por momentos a cantar con voz limpia, tanto melódica como hablada. Pero lo mezclan con maestría con las ideas instrumentales y los vocales distorsionados de las canciones anteriores.
A diferencia del inicio del disco – marcado por esa intensidad sonora y letras crípticas sobre culpa y el legado del dolor – en esta parte se suaviza lo enigmático y metafórico, mientras exploran temas como la nostalgia por utopías, la autoestima y esa ausencia (pero también deseo) de emociones que cualquier persona debería poder experimentar normalmente.
Sin duda, el concepto central del álbum desarrolla la relación de George Clarke con su padre y las huellas psicológicas/patrones de conducta que manifestó al llegar a la adultez. Aunque esto no es nuevo, ya que también inspiró las ideas detrás de “Sunbather”.
El siguiente bloque de canciones (en la cara B) representa lo mejor del álbum. Entre comillas porque empieza con un interludio darkwave ruidoso y discordante con Jae Matthews de Boy Harsher, que te prepara para la tormenta perfecta que es ‘Revelator’: un himno al dolor que trae conocimiento y una de las canciones más cercanas al black metal puro en la discografía de Deafheaven.
Le sigue ‘Body Behavior’, quizá la canción más dolorosa y personal que haya escrito George. Habla sobre cómo los padres transmiten a sus hijos valores heteropatriarcales sobre identidad, físico y sexualidad, generando inseguridades que derivan en daños psicológicos – destacando además cómo esto es un fenómeno colectivo. Musicalmente, termina con uno de los mejores finales que he escuchado en mucho tiempo, logrando mezclar emoción, intensidad, estética y grandeza de manera exquisita.
Y nuevamente, como en la canción anterior (tras otro interludio que cuenta con la participación de Paul Banks de Interpol), la figura paterna aparece claramente en ‘Winona’: “I’m reliving Saturn eating / His flesh is everything of mine”. Otro de los temas más emotivos del disco, que muestra cómo los esquemas tóxicos de nuestra sociedad moldean nuestra autodestrucción interna, siendo este el momento que más claramente evoca a Sunbather.
Para cerrar este trabajo que supera la hora de duración, llega ‘The Marvelous Orange Tree’, una canción puramente blackgaze en esencia.
Deafheaven marcan un hito con “Lonely People With Power”. Demuestran una vez más que es posible transformar el dolor en arte de manera original, logrando reunir lo mejor de su discografía en un proyecto que puede pararse frente a frente con su obra maestra. A través de una reflexión sobre identidad, impotencia y memoria, han descifrado las claves de su propio sonido, añadiendo una nueva capa de solidez a su identidad artística. Sin duda alguna, un firme candidato a álbum del año.
Deafheaven – Magnolia (Official Audio)