Música

Japanese Breakfast: Melancolía con mayúscula y un guiño al espectáculo de la fama

Michelle Zauner nos regala con su cuarto álbum una obra dramática, romántica y menos autobiográfica que sus trabajos anteriores.

 

Michelle Zauner, la mente detrás de Japanese Breakfast, nos regala con su cuarto álbum (For Melancholy Brunettes (& sad women) una obra dramática, romántica (con R mayúscula) y menos autobiográfica que sus trabajos anteriores. Aquí, la artista explora los performance y peligros de la fama con una mezcla de candor y teatralidad.

¿No es acaso divertido, a veces, estar triste? Zauner parece preguntarnos mientras se sumerge en la estética de la melancolía: cuerdas voluptuosas que evocan días enteros hundida entre sábanas (de seda, seguramente), referencias mitológicas a Leda, Ícaro y Venus, y una puesta en escena que convierte la tristeza en un traje que se lleva con elegancia. En el video de “Orlando in Love”* (que ella misma dirigió), Zauner se transforma en un poeta renacentista aventurero, con sombrero y medias, mientras candelabros y neblina crean un cuadro perfecto para este disco.

Pero no se confundan: esto no es falsedad, sino audacia. Si en sus álbumes anteriores Zauner hizo arqueología emocional (desenterrando el duelo en Psychopomp o celebrando la alegría en Jubilee), ahora juega con la ficción y el espectáculo. Y tiene sentido: tras el éxito explosivo de Crying in H Mart (su memoir sobre la muerte de su madre y su herencia coreana) y las giras agotadoras, Zauner confesó sentirse como “en una mesa de póker, ganando mano tras mano… pero con miedo de perderlo todo”. La ansiedad y el estrés se colaron entre los momentos brillantes de su carrera.

 

 

Así que, en lugar de mirar hacia adentro otra vez, apunta su lente hacia afuera: hacia los paisajes inventados, las máscaras que impone la fama y esa delgada línea entre la autenticidad y el personaje. El resultado es un disco que abraza lo teatral sin soltar lo íntimo—como si Zauner nos susurrara: “La tristeza también puede ser un arte”.

For Melancholy Brunettes es el cuarto disco de Michelle Zauner, pero en cierto modo, también es su primera producción de estudio de verdad: si antes grababa en espacios DIY, aquí llegó con estudios profesionales y la mano del aclamado productor Blake Mills (Fiona Apple, Perfume Genius). La diferencia salta a la vista desde el primer tema: “Here Is Someone”* brilla con cuerdas espectrales y da paso a *”Orlando”**, una marcha lenta que mezcla grandilocuencia romántica (con R mayúscula) con paisajes sonoros en sepia, como un country teñido de melancolía, con guitarras metálicas y percusión arrastrada.

Con solo media hora de duración, es un disco breve, pero con ambiciones desbordantes. Hay baladas mínimas como “Little Girl”* (que fluye como un arroyo) o “Men in Bars”* (un dueto con Jeff Bridges que duele en silencio). Pero los momentos más explosivos son los que dejan huella: “Mega Circuit”* es un grunge envenenado sobre la masculinidad tóxica, con guitarras distorsionadas y un piano que parece tambalearse; *”Honey Water”**, en cambio, es un rock furioso narrado por la esposa de un infiel, que culmina en un desglose psicodélico catártico.

Y luego está *”Picture Window”, la joya del disco: una canción sobre el amor y su sombra inevitable, la pérdida. El estribillo es de esos que se clavan: *”Todos mis fantasmas son reales”, canta Zauner con falsa alegría sobre un riff oscuro. Pero cuando la música se retira, queda su voz desnuda y vulnerable, hablando del miedo a imaginar la muerte de quien más amas. Incluso en su momento más teatral, Zauner logra estos destellos de intimidad, como lágrimas que secan bajo el maquillaje de escena.

 

 

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