Connect with us

Subscribe

Música

«Todas Las Cosas Buenas» provienen de Rufus T. Firefly

El octavo disco de la banda de Aranjuez es un tour de force de once canciones en las que lo ponen todo.

 

“Me he parado en la mitad del camino, me pregunto qué hago aquí y si (ahí) detrás hay algo más”. Con estos versos de Víctor Cabezuelo comienza “Todas Las Cosas Buenas”, el noveno álbum de Rufus T. Firefly. La verdad, estos versos podrían ser una perfecta descripción del nuevo trabajo de la banda de Aranjuez, o al menos del momento que están viviendo y de lo que terminó siendo su disco más ecléctico hasta ahora: no solo han reunido todo lo mejor de su trayectoria, sino que también han mirado hacia adelante para incluir sonidos del futuro que nunca antes habían explorado… hasta ahora. Como bien lo resumió con humor su cercano colaborador Manuel Cabezalí (de Havalina): “Es un disco de Grandes Éxitos, pero con canciones nuevas”. Sea como sea, hay una expansión en el “qué” y un cambio en el “cómo”, en el enfoque y la perspectiva. Y, paradójicamente, toda esta variedad ha resultado en el álbum de Rufus T. Firefly que más suena a Rufus T. Firefly.

 

Este disco no se puede entender sonoramente sin considerar que no fue grabado principalmente en un estudio (como solían hacerlo en El Lado Izquierdo, el estudio de Dany Richter). Al contrario, lo grabaron en casa, bajo una idea clara: minimalismo y limpieza en el sonido (tal como nos lo contaron Julia y Víctor en la entrevista). Quizá por el reto técnico que implicó la grabación, y siguiendo su visión, todo el proceso les permitió no encasillarse en referencias específicas, llevándolos a mostrar en estas 11 canciones toda la variedad de géneros que han desarrollado a lo largo de los años. Y además, se aventuraron en nuevos territorios, ya que en varias de las canciones se sumergen con más intensidad en la electrónica, ya sea con elementos de electro- o synthpop de trabajos anteriores, o explorando géneros como ambient pop, indietronica o downtempo. Podría decirse que los verdaderos protagonistas en la composición fueron los módulos de sonido (o sea, sintetizadores sin teclado) y las cajas de ritmo. Sin duda, estos sonidos electrónicos forman la columna vertebral de “Todas Las Cosas Buenas”, aunque van fluctuando, de manera evidente o sutil, hacia otros géneros, desde el R&B y neo-soul que inspiraron su anterior disco “El Largo Mañana”, hasta el rock alternativo de la época previa a “Magnolia”.

 

 

Desde el primer momento, el disco se presenta con un aire indie-folk y bossa: ‘Canción de paz’ sirve como carta de presentación lírica del álbum, aunque se aleja un poco del sonido característico de “Todas Las Cosas Buenas”. De cualquier forma, es un tema que funciona perfectamente por sí solo y, sobre todo, como introducción al disco, gracias a ese crescendo constante durante sus 3 minutos de duración.

Justo después, un redoble de batería de Julia, con su ecualización y envolvente característicos, nos lleva al viaje sonoro de ‘El principio de todo’, que evoca los momentos más funky de su álbum anterior “El Largo Mañana”. Los sintetizadores hacen su primera aparición importante en ‘El coro del amanecer’, uno de los tracks donde más se nota la influencia de Javi Martín Balsa (The Low Flying Panic Attack), quien colaboró con la banda en la producción.

Le sigue ‘Trueno azul’, que para mí es el punto culminante del álbum: su primera parte destila elegancia y sensibilidad, mientras que la segunda explota con un groove que en ocasiones recuerda a “Random Access Memories” de Daft Punk.

El viaje continúa con guiños a The Cure y The Smiths en ‘La Plaza’, donde los de Aranjuez le dan mayor protagonismo a guitarras y teclados. Pero en ‘Camina a través del fuego’ regresan a los sintetizadores, mezclando otra vez ese sonido al estilo Daft Punk con neo-psicodelia, R&B (como en su trabajo anterior) y ambient pop al estilo de APPARAT. Con esta canción demuestran una vez más su habilidad para explorar nuevos sonidos sin perder su esencia.

 

 

Después de otra balada minimalista (‘Premios de la música independiente’), llega el momento más rockero del álbum con el tema que le da título: ‘Todas las cosas buenas’ nos transporta de vuelta a “Magnolia” con un riff que inmediatamente evoca ‘Río Wolf’. Pero podemos retroceder aún más, pues ‘Ceci n’est pas une pipe’ nos remite a los sonidos de “Nueve” (al menos así lo sentí yo). Este tema destaca por tener a Julia como vocalista principal, algo que no hacía desde los tiempos de “Grunge”, con resultados más que satisfactorios.

La faceta más vanguardista de Rufus T. Firefly aparece en “Dron sobrevolando Castilla-La Mancha”, otro track donde se nota la mano de Javi Martín Balsa. Finalmente, ‘Lumbre’ cierra este viaje sonoro funcionando como una mezcla perfecta de todas las ideas presentes en “Todas Las Cosas Buenas”.

Mirando en retrospectiva, aunque han sabido recorrer muy bien los caminos que ya conocían, donde realmente han destacado con este disco es al trazar una nueva ruta sonora. En su búsqueda por simplificar para poder crear, lograron su objetivo: dejaron atrás los adornos acústicos que definieron su éxito en “Magnolia/Loto”, redescubriendo lo esencial de su sonido para poder avanzar con seguridad hacia el futuro.

 

 

Suscríbete a nuestro boletín

Connect
Suscríbete a nuestro boletín