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Música

La búsqueda de sensaciones, emociones y espiritualidad cristalizados en “El Largo Mañana”

Días después de lanzar su disco en formato físico se quedan sin existencias ante la masiva demanda de ejemplares

 

Por: Fran González

Cuando escasos días después de lanzar tu disco en formato físico (más de un mes antes de su publicación en plataformas digitales) logras quedarte literalmente sin existencias ante la masiva demanda de ejemplares, es que algo estás haciendo muy bien. Ninguna novedad, por otra parte, destacar a estas alturas el buen hacer de esta banda natural de Aranjuez, pero si con la que “está cayendo” se continúan alcanzando hitos personales de tales magnitudes, por nuestra parte poco más podemos hacer que congratular a los interpelados como ellos se merecen. “El Largo Mañana” (Lago Naranja Records, 2021) es la confirmación de cómo tras quince intensos años de carrera y diferentes proyectos a través de los cuales han depurado y reconvertido las diversas aristas de su imaginario, la propuesta de Victor Cabezuelo no solo sigue siendo vigente, sino que se consagra con mérito propio como una de las más sólidas del panorama nacional actual.

En pleno 2021, y con ocho trabajos en su haber, los miembros de Rufus T. Firefly ya no necesitan que nadie “les compare en Twitter con Tame Impala”. Al contrario, el sonido que el sexteto ha logrado alcanzar es tan definitorio y personal como nuevo e ilusionante, y en medio de este particular renacer mucho tienen que ver las piezas adicionales que se han integrado al equipo. Al talento natural y reconocible de los miembros primigenios, se le suman las manos complementarias de Juan Feo (Club del Río) y de Marta Brandariz (The Low Flying Panic Attack), generando una suerte de súper-grupo que, lejos de resentir el valor original de la banda, redefine su esencia y la lleva a otro elevado estadio.

Esa inconfundible e inimitable voz que destila aromas a franela y fantasía lisérgica continúa siendo la marca personal y principal del grupo, como bien nos muestra el acto de apertura ‘Torre de Marfil’. Sin embargo, es a mitad del tema cuando empezamos a percibir unas distintivas señas que nos indican que algo está cambiando en la cadencia de la canción y en el sonido íntegro del álbum (una carrera de relevos donde “Loto” le entrega el testigo a este “El Largo Mañana”). Unas suaves y tímidas congas van copando progresivamente el arco rítmico de la pieza, hasta darnos cuenta sin remedio que estamos meciendo nuestros cuerpos con total entrega. El in crescendo de los coros acaba siendo el verdadero protagonista en esta travesía, cada vez más y más agudos y a tono con esos impecables riffs, que por un momento nos trasladan temporalmente de plano a décadas de terciopelo y sustancias psicoactivas.

Los redobles y machacantes ritmos de batería -no se dice suficientes veces lo fundamental y significativa que es Julia Martín-Maestro para nuestra escena- y los sintes luminosos para ‘Lafayette’ nos devuelven por un momento a un plano más reconocible de la banda, para posteriormente volver a dar ese volantazo con el que han querido teñir y caracterizar el álbum. Para el tema homónimo del disco, ‘El Largo Mañana’, recuperamos de nuevo esas floridas congas (Juan Feo, culpable directo de ello), que con un amplio repertorio percutivo en sus manos (entre cabasas y djembes) energiza de sobremanera el tono general de las piezas del disco y logra dotar los temas de una envergadura aún mayor. Las ganas de poner luz en la ecuación eclosionan con ese guiño a ‘El Club de la Lucha’ que supone ‘Me has conocido en un momento extraño de mi vida’, el cual irrumpe de pleno con un silbido que coquetea tenuemente con el space age más setentero, Marvin Gaye y Curtis Mayfield mediante. Es entonces cuando vemos más notable que nunca ese viraje soul, donde las melenas y las guitarras pesadas cambian por peinados afro y destellos discotequeros. Para entonces, ‘Sé dónde van los patos cuando se congela el lago’ se acaba convirtiendo directamente en un desfile por el mítico corrillo del ‘Soul Train’, a golpe de línea de bajo y un groove que no se lo saltaría ni Nile Rodgers. Con ‘Polvo de Diamantes’ como piedra de toque y sin perder de vista los 70s como caldo de cultivo, las velocidades se reducen considerablemente, siendo ‘Selene’ la ocasión para que el lado más introspectivo y sufrido de Marvin Gaye (ése de ‘I Want You’, por ejemplo) acaba tomando la iniciativa. Pero no bajemos la guardia, que todavía nos quedarán los brillantes y embriagadores sintes para ‘Esta persona no existe’ y poner el colofón final con el épico juego de coros a lo “Screamadelica” que tienen listo parar cerrar por lo alto ‘El hombre de otro tiempo’.

Con o sin propósito, los recursos y esfuerzos depositados durante estos tres años de trabajo han derivado en lograr alcanzar una nueva esfera llena de posibilidades para los integrantes de Rufus T. Firefly. Desde un prisma más terrenal que astral, los de Aranjuez revisitan en esta ocasión emociones más próximas y humanas (la pérdida, el duelo, el reencuentro, la esperanza, el sentimiento de pertenencia), que puestas en las brillantes manos de Manuel Cabezalí, Dany Richter, Kennie Takahashi y Reuben Cohen terminan brillando con luz propia. Como bien podemos dilucidar por su título, “El Largo Mañana” no solo es un punto de inflexión, sino el comienzo de algo muy próspero.

Rufus T. Firefly es una banda de Aranjuez (Madrid) formada por Víctor Cabezuelo (guitarra, teclados y voz), Julia Martín- Maestro (batería), Carlos Campos (guitarra), Miguel de Lucas (bajo) y Marta Brandariz (teclados y voz). El grupo se formó en 2006 y hasta ahota cuentan con 2EPs y 5LPs, incluyendo Ø (2012), Grunge (2013) y especialmente Nueve (2014), el cual fue reconocido por la crítica especializada como uno de los mejores trabajos de ese año, por la madurez y personalidad de su sonido. En Enero del 2017 dieron un vuelco a su carrera, musical y conceptualmente y publicaron Magnolia, un alegato en defensa del arte, la naturaleza y el amor en forma de 10 canciones que disparó su carrera y contó con el beneplácito unánime de crítica y público, y les posicionó como uno de los grupos más interesantes y valorados del rock español actual. Un año después sorprendieron publicando Loto, la segunda parte de Magnolia con el que cerraron un ciclo de casi tres años y más de 150 conciertos que les llevó a actuar en numerosas salas y festivales, y culminó con un concierto para el recuerdo llenando la Riviera de Madrid. La obsesión de la banda por crecer y desarrollarse musicalmente les lleva ahora a un nuevo proceso de composición en el que ya han anunciado que abrirán su sonido en busca de nuevos horizontes.

Rufus T. Firefly – Lafayette (versión en directo)

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