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Ejercicio valiente (que no es sólo cuestión de suerte) al que se somete Vetusta Morla en el proyecto MSDL Canciones Dentro De Canciones, en el que vienen a revisar de cero las mismas diez canciones que dieron forma a su celebrado (como todos) Mismo Sitio, Distinto Lugar, publicado en noviembre de 2017.
De las múltiples maneras de hacer las cosas, la banda de Tres Cantos no iba a elegir la sencilla. Esto es, lo que pudiera ser tomado algo así como un ‘aprovechamiento’, una elaboración de cocina rápida en el microondas, Vetusta Morla lo ha convertido en una auténtica delicia artesanal en la que se prescinde casi en la totalidad de los efectos más electrónicos de su hermano mayor, para dotar a las canciones de un mayor peso orgánico e instrumental clásicos.
Sí, están los mil matices de percusiones, panderetas, cencerros, dobles y triples voces en los coros armónicos, capas de guitarras, pero todo sonando a banda tomándose muy en serio su oficio. Como si hiciera falta demostrarle a todos a aquellos que intentan meterlos ‘en el mismo saco’ de la banalidad indie que, por otra parte, tanto les debe, que lo de ellos va por otros derroteros. Y lo hacen por enésima vez. Las letras vuelven a relucir, las emociones ahondan en surcos antes apuntados y dejan supurar las heridas mortales que provocaban sus versiones primeras. Etiología de la música, pero al servicio del buen gusto y de un combo que aúna por igual meditación y visceralidad. Larga vida. La merecen.
Vetusta Morla (Juan Pedro Martín, ‘Pucho’ –voz-, David García ‘El Indio’ –batería-, Álvaro B. Baglietto –bajo-, Jorge González -percusiones y programaciones-, Guillermo Galván y Juan Manuel Latorre –guitarra y teclados-) hacen honor a un principio elemental de la música, que viene a ser como aquello de que nadie se baña dos veces en las mismas aguas de un río: las canciones, en el momento de ser compuestas y arregladas para su edición final, están hechas en un tiempo y lugar preciso. Pero el paso de la vida, las experiencias, las emociones recogidas en torno a ellas hacen que adquieran nuevos significados, nuevos puntos de vista, nuevos enfoques. Si nos pasa a nosotros como oyentes, imaginen a sus creadores.
Vetusta Morla – Mismo Sitio, Distinto Lugar – MSDL
Las auto-versiones de canciones siempre han existido. Están los modos acústicos, los remixes, también aquellos que, de cara a las presentaciones en directo, adaptan el viejo cancionero al sonido del último disco (en esto Bunbury es uno de los mejores ejemplos, lo que da sentido a todos y cada uno de sus lanzamientos en directo, por más que coincida parte del repertorio), pero, como vengo apuntando, aquí el trabajo es de una reconstrucción casi integral. Aunque también es posible que muchas de estas canciones nacieran más cercanas a este resultado que al final del disco de 2017. O quizá ni una cosa, ni otra. De nuevo, la magia de la música.
‘Deséame Suerte’ deja la psicodelia hipnótica de su primera versión para ponernos en la situación de la limpieza de sonidos, más percusión y piano. Los efectos, centrados en la voz, más preciosista y nítida. Se mantiene la tesitura vocal que en su coda es puro Thom Yorke. El punto noise de ‘El Discurso del Rey’ se convierte a más bailable, gracias a un golpeo de batería más presente y a la melodía principal de guitarras. Por su parte, ‘Palmeras En La Mancha’ mantiene la ironía de su letra conteniendo más el tempo y su desarrollo con una imponente y musculosa línea de bajo, que soporta casi todo el tema y que despliega varios recursos beatlelianos, algo que ya estaba presente en 2017, pero que quedaba más diluido con el mundo Bowie.
Vetusta Morla – Punto Sin Retorno – MSDL
Y así llegamos a la doble joya de la corona: ’Consejo de Sabios’ y ’23 de Junio’. La primera mantiene su ligera querencia al folclore latinoamericano, pero se hace más road-country y con una épica que, con el vídeo, casi nos recuerda a la canción protesta americana. En la segunda, el vals solemne se hace más liviano con arreglos casi tropicales por los sintetizadores. El desarrollo instrumental también tiene algo de celuloide, como su silbido que, por cierto, le da un toque menos dramático y mucho más optimista.
La segunda parte del álbum arranca con ‘Guerra Civil’, que se hace más lírica en su interpretación vocal, lo que le da más intensidad a lo cainita del texto, porque puede que se nos antoje la canción menos ‘modificada’ del conjunto, más allá de las líneas melódicas vocales del estribillo y sus arreglos. Lo de ‘Te Lo Digo A Ti’ sí que es una remodelación profunda. La furia de la original, que parece que va a regresar tras la estrofa inicial, se torna en un armazón de ascendencia jazz epatante.
‘Punto Sin Retorno’ parece mantener el desarrollo lento de la original, si bien la distorsión y el estruendo hacen más nerviosa y urgente un tema de decisiones irrevocables. ‘La Vieja Escuela’ gana densidad y poso con la sobriedad formal sin los aderezos lumínicos y electrónicos de la original, ganando solemnidad en los coros y con un crescendo instrumental de las teclas imponente y abrumador. Similar ocurre con el cierre, ‘Mismo Sitio, Distinto Lugar’ que, pasado el tiempo, casi parece el presagio de este álbum y, a buen seguro, también de lo que ocurra en el futuro, porque con Vetusta Morla todo es posible.
Como siempre, registran algo lo bastante diferente a lo anterior como para aplaudirles el riesgo, pero lo bastante coherente como para reconocerlos enseguida. Como al amor que se sabe que es para siempre.
Vetusta Morla – Palmeras en La Mancha – MSDL