La historia de la resurreción de artistas olvidados por las arenas del tiempo no nos es ajena, lo hizo Leonard Cohen, lo hicieron The Sonics y otros músicos africanos como Ebo Taylor o Orlando Julius. La historia de Boubacar Traoré, también conocido popularmente como «Kar Kar» en Malí, se asemeja a la vivida por el gran Johnny Cash. Popular y vitoreado en su juventud cómo ídolo de la independencia de Malí junto al sonido de moda, el rock and roll, Kar Kar desapareció tras unos pocos grandes éxitos de los cuales nunca cobró un céntimo. Durante muchos años vendió cualquier cosa en su pequeña tienda de Kayes para sobrevivir hasta que su mujer y musa Pierrette comenzó a promocionarle de nuevo en Malí. Al poco tiempo Pierrette falleció y Kar Kar se trasladó deprimido a Francia para trabajar en la construcción. El azar hizo que un productor británico escuchara una vieja cassette de la radio maliense y lo fichara en el acto. En 1990 Boubacar Traoré grababa su primer disco «Mariama» con 48 años. Desde entonces su popularidad en Europa y EEUU se extendió debido a lo profundo y puro de su propuesta. Blues mandiga sobrio y evocador bañado por su voz, eterna, dura e íntima simultáneamente.
En 2015 y con 70 años, Kar Kar publica su 8º disco de estudio «Mbalimaou«-«Mis hermanos» en mambara- , cuatro años después del brillante «Mali Denhou«. Y una vez más la magia reaparece. Escuchar un nuevo disco de Boubacar Traoré conlleva siempre una serie de fases. La primera, lo escuchamos de fondo, su voz cavernosa y su guitarra milenaria nos vuelven a golpear mientras el álbum continúa sonando. La segunda, asimilado el shock inicial, comenzamos a disfrutar de una masa de canciones poco diferenciadas. La tercera comienza el tamizado de detalles y la cuarta ya nos hemos enamorado, otra vez, del disco. «Mbalimaou» no escapa a esta lógica de fases y además añade una profundidad de elementos musicales más desarrollada respecto a sus álbumes anteriores.
En «Mbalimaou» encontramos a ya su habitual mano derecha desde hace años, el francés Vincent Butcher, que añade su magnífica y enérgica armónica a la que se suman el delicioso njarka o violín monocorde, la calabaza, el n’goni y la virtuosa kora del célebre Ballaké Sissoko, también productor del disco. Es Sissoko quizá la colaboración más novedosa, puesto que hasta ahora apenas habíamos disfrutado de la kora en la música de Kar Kar y es quien dota con su producción de una musicalidad hasta ahora inédita en sus trabajos. Pudimos disfrutar de ambos anteriormente en la excelente banda sonora del no menos excelente documental sobre Boubacar Traoré «Je chanterai pour toi» (2005) en la que Sissoko y Kar Kar ejecutaban una versión a pelo del clásico de Traoré «Mariama» únicamente con la kora como instrumento de acompañamiento. Se recupera esta idea en «Mbalimaou», aunque ahora grabada en estudio, en el que quizá sea el momento más flojo, o deberíamos decir, menos destacado, de «Mbalimaou», simplemente por la belleza que desprenden tanto la versión original como la primera revisión de 2005.
Encontramos en «Mbalimaou» un trabajo inspirado y plagado de grandes momentos, el swing percutivo de «Bembalissa» y de «Fogniana Kouma«, una autoversión de su hit «Mondeou«, el blues songhai de su compañero y amigo Ali Farka Touré en «Haro«, la preciosista y sencilla «Sagnon Moni«, la instrumental y gigante «Bougoudani» en la que kora, guitarra, n’goni y calabaza se funden en un río tan ancho como el propio Níger o canciones de corte del Kar Kar más clásico como «Africa«. Al excelente grueso del álbum debemos sumar los dos momentos más radiantes de este trabajo, la apertura del disco con el llanto eterno de «Dounia Djanjo» que forma parte desde este momento de lo mejor que ha parido Traoré en su carrera y la clausura, esa suite instrumental «Sina Mousso Djongou«, que nos teletransporta al Níger y cuyo único punto negativo es que sea demasiado breve.
Es «Mbalimaou» pues un trabajo gigante, a redescubrir a cada escucha. Con 70 años Boubacar Traoré continúa en un estado de gracia artística apabullante que nos consuela tras las irreparables y recientes pérdidas de Ali Farka Touré, Lobi Traoré o Keletigui Diabaté. Tenemos la gran suerte de poder disfrutar de la evolución en vida de Leonard Cohen, Woody Allen, Ferrán Adriá o Vargas Llosa; Kar Kar se sitúa en esa galaxia de genios, accesible a muy pocos. Con su sabia voz y su sempiterna guitarra nos canta desde la experiencia de toda una vida acerca del amor, el odio y los sentimientos humanos. Lo dicho, un privilegio.
