Connect with us

Cine

“Cargo” producción suiza de Sci-Fi de Ivan Engler

Siempre es un placer poder ver películas pertenecientes a cinematografías tan pequeñas como las representadas por países como Suiza, Holanda o Suecia.

Título original: Cargo
Nacionalidad: Suiza | Año: 2009
Director: Ivan Engler, Ralph Etter
Intérpretes: Anna-Katharina Schwabro, Martin Rapold, Regula Grauviller

ARGUMENTO

En un futuro en el que los habitantes de la tierra viven en estaciones espaciales cada vez más colapsadas, la esperanza recae en escapar a un paradisíaco mundo llamado RHEA, situado a cinco años luz de la Tierra.
La Tierra. en el futuro, estará tan contaminada que la humanidad deberá emigrar a nuevos planetas. El primero de ellos es Rhea, el que se presenta como un nuevo paraíso; pero el acceso a él está restringido a unos pocos adinerados. Laura Portmann ha estado acumulando dinero para ir a Rhea y reunirse con su hermana, pero para ello debe realizar un último viaje como doctora de a bordo en el crucero Kassandra, el que lleva materiales de construcción a la estación orbital 42. El viaje dura 4 años y los tripulantes toman turnos de 8 meses cada uno. Pero en el turno de Laura ha descubierto que hay algo vivo, deslizándose por los compartimientos de carga. Por ello ha despertado al capitán y al oficial policial de a bordo, los que se dedican a investigar el suceso. Pero con la muerte del capitán en un dudoso incidente, muy pronto toda la tripulación del Kassandra terminará de ponerse en alerta y comenzarán a rastrear toda la nave para descubrir al ser que está provocando los desastres en la bodega.

 

CRITICA

Siempre es un placer poder ver películas pertenecientes a cinematografías tan pequeñas como las representadas por países como Suiza, Holanda o Suecia. Recordemos que los dos últimos han dado al cine excelentes películas como “De Vierde Man” (El cuarto hombre, 1983), dirigida por Paul Verhoeven, o una de las grandes triunfadoras del Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges 2008, “Lat den rätte comma in” (Déjame entrar, 2008), del sueco Thomas Alfredson.

Por desgracia, la producción suiza “Cargo” no alcanza el grado de interés de las mencionadas, aunque por supuesto la comparación, en este caso, está injustificada, más allá de que las tres pertenezcan a cinematografías muy pequeñas.

“Cargo” es un producción de pura ciencia-ficción, y esto quiere decir, en líneas muy generales, que es frecuente, a lo largo de su metraje, la presencia de planos que muestran naves espaciales navegando por el espacio; el empleo constante de interiores angustiosos y claustrofóbicos; tempos narrativos muy lentos; o la recurrencia a elementos narrativos muy anclados en el género, como la existencia de planetas alternativos al que algunos de los personajes esperan llegar algún día no muy lejano en sus vidas, misteriosas corporaciones que mienten a los ciudadanos, conflictos personales y casi metafísicos, etc., en fin, elementos reconocibles por los aficionados a este tipo de películas y que conforman el armazón argumental de la película que nos ocupa. No hay nada que objetar a los mismos, por que con esos elementos se han logrado películas imprescindibles del género, como “2001, Una odisea del espacio”, “Solaris”, “Stalker”, “Planeta Prohibido”, “Alien, el octavo pasajero” o otras; pero lo cierto es que la película dirigida por Ivan Engler y Ralph Etter no logra alcanzar los objetivos perseguidos.

Las primeras imágenes del film son fotogénicas, bellas y sensuales; tanto que parecen irreales y más propias de un anuncio televisivo: efectivamente, las imágenes de una atractiva mujer que camina sensualmente por un campo de trigo pertenecen a la publicidad de Rhea, un lugar idílico que parece un sustituto hiper-estilizado del desaparecido planeta Tierra. Los directores demuestran tener coherencia formal en los primeros minutos del film; las imágenes que siguen sumergen al espectador en el profundo espacio, y luego en el interior de la nave de transporte espacial en el que se desarrollará prácticamente toda la historia: estas imágenes son elegantes, visualmente atractivas, con una notable labor de fotografía, y tienen un tempo narrativo lento pero, en principio, apropiado para conseguir una atmósfera sugerente y intrigante, además de opresiva, como corresponde a un film cuya acción tiene lugar en un único espacio cerrado y perdido en la nada.

Cuando ha transcurrido una media hora del metraje del film (todavía quedan 90 minutos para que este llegué a su fin) uno empieza a tener una extraña sensación: argumentalmente no ha tenido lugar prácticamente nada importante, exceptuando algún breve momento de tensión (la caída mortal desde las alturas de un miembro de la tripulación) y los misteriosos paseos de la protagonista por el interior de la nave, que hacen presagiar algo que apenas tiene lugar posteriormente con la tensión que debiera. Cuando los directores rompen el estatismo de sus planos (hay movimientos de cámara, pero que apenas se perciben, es decir, no pretenden sorprender al espectador) y la morosidad de su ritmo narrativo, recurriendo a una rápida y atropellada sucesión de planos, en momentos que buscan generar más tensión o en los que la violencia estalla, el resultado se revela torpe, poco dinámico, y aunque esto puede parecer un contrasentido, no lo es tanto si recordamos que uno de los mayores defectos de una producción interesante y de mucho mayor relieve que “Cargo”, como “Dune, 1984”, era precisamente que los poco móviles decorados de la película impedían situar la cámara en determinadas partes del mismo para lograr planos más dinámicos y apropiados. Algo parecido le ocurre a la película suiza, que parece querer, pero no poder, camuflar sus problemas presupuestarios.

Los decorados son más que efectivos, es cierto; la fotografía, la obra de un profesional, sin duda; las intenciones de los realizadores, serias y rigurosas…pero algo falla, la película pierde interés a marchas forzadas y nunca lo recupera, ni tan sólo al final de la misma, cuando los directores se permiten unas secuencias que, prácticamente, establecen una estructura circular con respecto a la primera secuencia del film: la protagonista cree llegar al planeta Rhea, cuya belleza es extraordinaria, con unos bosques de ensueño, y allí se reencuentra con su hermana, a la que no ve desde hace mucho tiempo; pero algo falla en el lugar, todo es un simulacro, un engaño visual, que la protagonista detecta llevándola a renegar de ese lugar idílico, pero falso, y que forma parte de un engaño propiciado por una misteriosa corporación que pretende embaucar a todos los seres humanos, haciéndoles creer que el planeta Tierra ya no existe.

La idea del simulacro, o sustituto de algo o alguien, coincide con lo planteado en un reciente estreno, “Los Sustitutos”, y incluso ambas películas muestran a grupos de seres humanos dispuestos a vivir una vida “humana”, al margen de esa nueva y esperanzadora vida falsa. En todo caso, un aterrador adelanto de lo que puede llegar a ser la vida en el planeta Tierra de aquí a unos años, quizá décadas, pero tampoco muchas…más cercano de lo que pueda parecer. Ninguna de las dos películas convence, por mucho que sus métodos y intenciones difieran radicalmente.

 

 

 

 

 

Tendencias WWM.Rocks

In Da Hell Co., promotora cultural independiente

Música

La Femme, el famoso grupo de rock de origen francés, presenta su nuevo álbum “Paradigmes: Supplements”

Música

Hidrogennese regresa con “Cielo repleto de naves extraterrestres”, música para una película de Nacho Vigalondo

Música

Leiva y sus 14 historias detrás de ‘Cuando te muerdes el labio’: su quinto álbum de estudio

Música

Connect